Con la fuerza del Espíritu de Jesús. Bajo ese lema, distintas organizaciones de nuestra Iglesia convocaron a todos quienes quisieran asistir al Encuentro por los 50 años de Vaticano II. La cita se realizó el pasado fin de semana, en el Colegio de los Sagrados Corazones de Alameda.
Llegaron personas de Caldera, Talcahuano, Valparaíso, Concepción, Chiloé, distintas zonas de Santiago, entre otras partes del país. La idea era celebrar la Apertura de este Concilio que cambio la Iglesia, la acercó a los más pobres, invitó al ecumenismo, al diálogo y relevó el rol de los laicos dentro de la Iglesia.
El primer día Sofía Baranda, provincial de las Religiosas del Sagrado Corazón en Chile, reflexionó sobre cómo era la iglesia antes del Vaticano II y qué tiene este Concilio que decirnos hoy.
La tarde continuó con la exposición de la Cantata de Monseñor Romero, compuesta por Juan Pablo Rojas. Luego, los asistentes salieron a marchar por las calles de Santiago, a celebrar este aniversario. Pasaron por Alameda, hasta llegar al Cerro Santa Lucía, junto al canto de Cristóbal Fones sj y el acordeón de Mariano Puga.
El segundo día comenzó al ritmo, música y oración de Fernando Leiva, para continuar con una entrevista realizada por Paul Endre, miembro de Iglesia entre Todos y profesor de Conferre y el Hogar Catequístico UC. La entrevista fue realizada a Juan Ochagavía, jesuita y teólogo presente en el Concilio y a Javier Pinto, teólogo nortino. Hubo espacio para diálogos con el público y fue un momento de mucha reflexión y profundidad.
El encuentro terminó con una misa celebrada por Mariano Puga, Monseñor Baeza y Vicente Morales, con la esperanza de poder realizar esta instancia anualmente durante los próximos tres años.
Algunos testimonios:
Pablo Barrientos, estudiante universitario
El encuentro de los 50 años del Concilio Vaticano II para mí comenzó con una tremenda pregunta: ¿Cuál es el grito que Dios quiere gritar en tu vida? El recuerdo del Padre Pierre Dubois, a quién últimamente he visto en documentales y noticias relacionadas con su muerte, me hace pensar en este Dios que no quiere que vivamos en la monotonía ni en la mediocridad: ¡hay tanto por hacer! Estos profetas son signo de esto: la tierra está gritando, por eso, el que quiera oír, que oiga. Nuestra vida tiene tanto para desplegarse y entregar a otros y otras. Si bien ya no tenemos una figura concreta contra la que luchar como en el tiempo de la dictadura, sí hay mucho por hacer: dialogar, luchar, denunciar, esperanzar. Como nos decía Sofía Baranda rscj, la Iglesia Católica, en el Concilio Vaticano II, dejó por primera vez de condenar, de sospechar de sus teólogos, de dar la espalda al pueblo y se preocupó de entregar un mensaje esperanzador sobre la dignidad humana y el diálogo. Este fue la iniciativa de Juan XXIII que aún estamos acogiendo.
César Barrientos
Durante la mañana, y luego de escuchar un conversatorio entre 2 exponentes “conciliares” celebramos la misa. En ella pudimos ofrecer a Cristo todas las gracias recibidas en estos 50 años en que tantos y tantas han entregado la vida por una iglesia renovada. Conmovidos por historias como las de Pierre Dubois, Enrique Alvear, André Jarlan, Oscar Romero, Alberto Hurtado y tantos otros hombres y mujeres, pobladores/as sencillos/as, fieles al evangelio de Jesús, celebramos la mesa compartida. Y la celebramos al modo que nos hace sentido. En círculo, mirándonos a la cara, con un rico pan casero y un vino tinto, buenas guitarras y acordeón. Una fiesta. El protagonista fue el pueblo de Dios, la comunidad, Jesús.
Marco Marín
En el caminar con Jesús, debemos saber detenernos para el encuentro, la reflexión, el compartir, eso es lo que vivimos este 5 y 6 de octubre. Un regalo del Señor que nos impulsa con nuevos bríos a ser fieles en su caminar, a su mensaje y a saber vivirlo junto con otros y otras en la construcción de una tierra nueva y un cielo nuevo.
Fuente: Equipo organizador Encuentro por los 50 años del Concilio Vaticano II
www.iglesiadesantiago.cl
Santiago, 10/10/2012
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